Viaje a Armenia y Georgia.

22 abril – 3 mayo 2016

El viaje que hicimos a Armenia y Georgia, del 22 de abril al 3 de mayo de 2016, fue otra experiencia preciosa y muy especial, de las que tocan el corazón, que, ojalá, pronto podamos repetir.

Esperábamos mucho de estos dos países, pero, lo que allí vimos y vivimos, superó ampliamente nuestras expectativas. Todo cautiva en estas tierras: sus paisajes, tan diversos y tantas veces sobrecogedores, su excepcional patrimonio, por supuesto sus capitales: Yereván y Tiblisi, interesantísimas las dos, pero quizá más sus hermosas y singulares iglesias, con tan fuerte personalidad, tanto en su poderoso exterior como en su solemne interior, sus libros, sus verdes, sus cielos, sus caminos y carreteras, su profunda fe y religiosidad…, y, de un modo muy especial, sus gentes, que enamoran, tan alegres las de Georgia, tan reflexivas y llenas de sabiduría las de Armenia, y siempre maravillosamente hospitalarias, y todo tan auténtico, y casi virgen y por descubrir.

Templo griego de Garni
Vista panorámica de la vieja Tiblisi

Tierras que te hacen pensar, que inspiran, como a tantos grandes de la literatura del pasado, desde Pushkin, a Tolstoi o Dumas.

Naciones donde la historia se siente de un modo especial, quizá por estar antes países antiquísimos. Armenia fue el primer país que adoptó el cristianismo como religión oficial (301) y muy poco después la georgiana Iberia (337), mucho antes que lo hiciera el Imperio Romano. Desde entonces, y aunque tantos imperios quisieron conquistar sus tierras (razón de que griegos, romanos, persas, bizantinos, árabes, otomanos y rusos hayan dejado tantas huellas), los dos países han mantenido vivas sus sólidas y fértiles raíces cristianas, que siguen siendo motivo de orgullo y amor para sus habitantes.

Dos países con tantos puntos comunes (ambas en ese excepcional caleidoscopio de lenguas, razas y culturas que es el Cáucaso) y tan múltiples diferencias: Georgia es más occidental, muy especialmente su flamante capital, Tiblisi, donde pasado y presente se dan hermosamente la mano, conviviendo ese laberinto de callejuelas de la ciudad antigua, con la potencia de los rascacielos del siglo XXI. Son gentes muy vitales y alegres. Armenia es más reflexiva, soñadora sin duda, y su alma parece respirar melancolía, quizá por tantas experiencias vividas, a veces tan fuertes y terribles como el trágico genocidio de 1915. Monasterios y cruces, también monumentos de la prehistoria, se levantan por doquier, y el imponente Ararat domina con fuerza, especialmente en los entornos de la capital, la moderna Yerevan.

Monasterio de Gergety

Toda esa riquísima cultura y exuberante naturaleza la vivimos día a día, lo cual, aderezado por su sabrosa gastronomía y, sobre todo, por la generosa y excepcional hospitalidad de sus gentes, de un modo muy especial en los preciosos encuentros que tuvimos con representantes de la cultura de estos países, dejó en nosotros un profundo agradecimiento y, por qué no decirlo, verdadero cariño, por lo que invitamos al que aún no ha tenido la fortuna de visitar estas tierras, a que lo haga cuanto antes.

Para los que queráis profundizar ya en la cultura e historia de Armenia, os dejamos la conferencia que nos ofreció la profesora de Historia Antigua Eva Tobalina sobre este país.

Scroll al inicio